Si hay algo que siempre proclamo a los cuatro vientos es mi pasión a veces extralimitada por el fútbol. Tampoco he escondido mi orgullo de ser colocolino desde que tengo uso de razón. No obstante, debo aclarar que mi intención de ver este documental, en estricto rigor, poco tenía que ver con el fútbol y con Colo Colo, pese a que ambos están involucrados en esta producción. Hace algunos años mientras estudiaba en la universidad, comencé a entusiasmarme por averiguar esas peculiares relaciones que siempre han existido entre la política y el balompié, pero que en Chile aún no se detectan como en otras latitudes. En Argentina, por ejemplo, más allá de la veneración y las altas cuotas de irracionalidad que genera, es una disciplina incorporada a los estudios en ciencias sociales. Sociólogos, antropólogos y periodistas se unen para explicar en términos mucho más aterrizados y exhaustivos por qué el deporte rey es capaz de aglutinar tantos feligreses en torno a una pelota o por qué se dice a veces que es la verdadera religión pagana de los pueblos.
“Sabor a victoria”, del periodista de Chilevisión Víctor Gómez (coautor de “Miguel: La humanidad de un mito”), se interna en los detalles del Colo Colo ’73, un equipo que marcó una época. Un equipo que con figuras rutilantes estuvo a un tris de ganar una inédita Copa Libertadores para el fútbol chileno. Un equipo que tenía todo para alzar el trofeo continental, pero que terminó siendo abiertamente perjudicado en los tramos finales y cuyos jugadores, pese a todo, quedaron con ese sabor, un sabor a victoria. Ese equipo que consiguió entregar un respiro, un alivio durante 90 minutos de fiesta y de jolgorio, en un país sobrepasado por el conflicto y la división, cuya historia concluyó súbitamente todos sabemos cómo.
Creo que de partida hay que decir que son escasos los trabajos periodísticos en Chile que abordan globalmente los nexos entre fútbol y política, fútbol y sociedad, fútbol e identidad. Por eso, este documental es ampliamente recomendable no sólo para los fanáticos de este deporte o los hinchas de Colo Colo, sino que para todo quien se interese en descubrir esa particular –y muchas veces tormentosa- utilización que ejerce el poder político sobre una actividad de profundo impacto social como es el fútbol.
El trabajo de Gómez, a mi modo de ver, cumple cabalmente con lo que se compromete, por más que tenga deficiencias en cuanto a la elección de las fuentes a consultar. El periodista visualiza ese arraigo popular que tiene Colo Colo, desde siempre identificado con ese señor que se levanta a las 5 de la mañana, con esa señora de manos curtidas que se mata por sacar adelante a sus hijos, con ese niño de cara sucia que aguarda desesperadamente un pedazo de pan. Ahí aparece Carlos Caszely, símbolo del Cacique de aquellos tiempos, contando la efervescencia que provocaba el equipo en la gente común y corriente, cómo llegaban al Estadio Nacional en micros atiborradas, con banderas, en patota, en familia, como antes, con la única esperanza de ver ganar al club de sus amores, volver satisfecho a casa y olvidar un poco el drama cotidiano de las colas y tantos traumas más.
“Sabor a victoria” tiene el mérito, como decía, de conjugar aunque por separado la campaña de Colo Colo durante esa Copa Libertadores y el potente significado que representó en una época tan convulsionada. Entre los entrevistados aparecen el mentado Caszely, Francisco “Chamaco" Valdés, Leonardo Véliz, Guillermo Páez, Mario Galindo, Adolfo Nef y Leonel Herrera, explicando las virtudes individuales y grupales que poseían los albos, sin duda, uno de los mejores planteles de la historia del balompié nacional. Pero además se repasan las inquietudes sociales que algunos miembros del club compartían en torno al proyecto de Salvador Allende, sus posturas a favor de la igualdad y la democracia y, sobre todo, una nítida conciencia sobre el momento que atravesaba Chile. De esta línea precisamente eran los “díscolos” Véliz y Caszely, futbolistas pero también hombres pensantes, no ajenos a las vicisitudes del día a día.
El documental revela que en general en el plantel no había claridad sobre lo que representaba Colo Colo en tiempos de crisis. Y ahí asiste uno de los puntos más acertados del trabajo de Gómez, para mi gusto, y que no es otra cosa que mostrar el grado de indiferencia y superficialidad que rodea al mundo del futbolista y que lo acompaña hasta el día de hoy. Personas que, salvo excepciones, no parecen conmoverse con su entorno, que viven exclusivamente del fútbol y para el fútbol, poco interesados y capacitados en esgrimir opiniones acerca de lo que pasa alrededor suyo. Un vicio y un estigma, sin dudas, que sigue persiguiendo a los jugadores y que cada día se encargan de engrandecer.
Poco hay que decir sobre el apoyo de las imágenes: simplemente notable. Según supe, fue un trabajo de hormiga hallar las tomas de las jugadas y los goles de Colo Colo ’73. Absoluto mérito de Víctor Gómez. Lo que queda un poco cojeando diría yo es indagar más a fondo en este supuesto uso político que hizo la Unidad Popular del cuadro del mítico “Zorro” Álamos, el mismo que acuñó la frase de la marraqueta que era más crujiente y del té que era más dulce cuando los albos ganaban. Una frase que casi con total seguridad es la síntesis del rol que le tocó cumplir a Colo Colo en esos instantes de tensión extrema.
Los mismos jugadores narran las invitaciones a La Moneda y la empatía que generó en muchos de ellos la figura de Allende. Pero no hay por ejemplo menciones ni entrevistas a ex personeros de la UP que validen una supuesta utilización política premeditada, como por ejemplo sí se puede demostrar para el Mundial de 1978 en Argentina, donde la dictadura de Videla y compañía creó específicamente una entidad para organizar el torneo y donde sólo a cuadras del Estadio Monumental de River Plate –en la ESMA- se violaban los derechos humanos salvajemente.
De todos modos, es innegable que durante el gobierno de Allende si bien aparentemente no había una estrategia planificada de aprovechamiento político dirigida al fútbol, sí le sirvió como bálsamo social, como un oasis en medio del desierto, como muro de contención en medio de la avalancha. Por eso algunos se atreven a sostener que Colo Colo 73 fue el equipo que retrasó el golpe militar. Una hipótesis que no aparece reforzada en el trabajo audiovisual, pues sólo se remite a rescatar testimonios, opiniones, de los jugadores involucrados, más la voz de connotados periodistas como Alberto “Gato” Gamboa. No he tenido el gusto de leer el libro de Luis Urrutia O’Nell y Juan Cristóbal Guarello donde se sustenta tal tesis. En un plazo cercano lo haré, pues al menos en el trabajo audiovisual no se especifica tan nítidamente.
Los pormenores sobre el posible arreglo de los partidos finales contra Independiente, los golazos de Caszely contra Unión Española y Emelec, el histórico triunfo en el legendario Maracaná ante Botafogo, la particular visión de juego del sabio “Zorro” Álamos y la excentricidad del paramédico Hernán “Chamullo” Ampuero, son parte de los hitos que contiene este sabroso documental. Pero más allá de eso, lo que verdaderamente importa es que, considerando ciertas limitaciones según mi humildísima opinión, hay periodistas en Chile que se atreven a extender la mirada mucho más allá de la cancha misma. Que poseen la lucidez suficiente para advertir que la mayoría de los encantos inherentes al fútbol están paradójicamente fuera de los límites del campo de juego.
“Sabor a victoria”, del periodista de Chilevisión Víctor Gómez (coautor de “Miguel: La humanidad de un mito”), se interna en los detalles del Colo Colo ’73, un equipo que marcó una época. Un equipo que con figuras rutilantes estuvo a un tris de ganar una inédita Copa Libertadores para el fútbol chileno. Un equipo que tenía todo para alzar el trofeo continental, pero que terminó siendo abiertamente perjudicado en los tramos finales y cuyos jugadores, pese a todo, quedaron con ese sabor, un sabor a victoria. Ese equipo que consiguió entregar un respiro, un alivio durante 90 minutos de fiesta y de jolgorio, en un país sobrepasado por el conflicto y la división, cuya historia concluyó súbitamente todos sabemos cómo.
Creo que de partida hay que decir que son escasos los trabajos periodísticos en Chile que abordan globalmente los nexos entre fútbol y política, fútbol y sociedad, fútbol e identidad. Por eso, este documental es ampliamente recomendable no sólo para los fanáticos de este deporte o los hinchas de Colo Colo, sino que para todo quien se interese en descubrir esa particular –y muchas veces tormentosa- utilización que ejerce el poder político sobre una actividad de profundo impacto social como es el fútbol.
El trabajo de Gómez, a mi modo de ver, cumple cabalmente con lo que se compromete, por más que tenga deficiencias en cuanto a la elección de las fuentes a consultar. El periodista visualiza ese arraigo popular que tiene Colo Colo, desde siempre identificado con ese señor que se levanta a las 5 de la mañana, con esa señora de manos curtidas que se mata por sacar adelante a sus hijos, con ese niño de cara sucia que aguarda desesperadamente un pedazo de pan. Ahí aparece Carlos Caszely, símbolo del Cacique de aquellos tiempos, contando la efervescencia que provocaba el equipo en la gente común y corriente, cómo llegaban al Estadio Nacional en micros atiborradas, con banderas, en patota, en familia, como antes, con la única esperanza de ver ganar al club de sus amores, volver satisfecho a casa y olvidar un poco el drama cotidiano de las colas y tantos traumas más.
“Sabor a victoria” tiene el mérito, como decía, de conjugar aunque por separado la campaña de Colo Colo durante esa Copa Libertadores y el potente significado que representó en una época tan convulsionada. Entre los entrevistados aparecen el mentado Caszely, Francisco “Chamaco" Valdés, Leonardo Véliz, Guillermo Páez, Mario Galindo, Adolfo Nef y Leonel Herrera, explicando las virtudes individuales y grupales que poseían los albos, sin duda, uno de los mejores planteles de la historia del balompié nacional. Pero además se repasan las inquietudes sociales que algunos miembros del club compartían en torno al proyecto de Salvador Allende, sus posturas a favor de la igualdad y la democracia y, sobre todo, una nítida conciencia sobre el momento que atravesaba Chile. De esta línea precisamente eran los “díscolos” Véliz y Caszely, futbolistas pero también hombres pensantes, no ajenos a las vicisitudes del día a día.
El documental revela que en general en el plantel no había claridad sobre lo que representaba Colo Colo en tiempos de crisis. Y ahí asiste uno de los puntos más acertados del trabajo de Gómez, para mi gusto, y que no es otra cosa que mostrar el grado de indiferencia y superficialidad que rodea al mundo del futbolista y que lo acompaña hasta el día de hoy. Personas que, salvo excepciones, no parecen conmoverse con su entorno, que viven exclusivamente del fútbol y para el fútbol, poco interesados y capacitados en esgrimir opiniones acerca de lo que pasa alrededor suyo. Un vicio y un estigma, sin dudas, que sigue persiguiendo a los jugadores y que cada día se encargan de engrandecer.
Poco hay que decir sobre el apoyo de las imágenes: simplemente notable. Según supe, fue un trabajo de hormiga hallar las tomas de las jugadas y los goles de Colo Colo ’73. Absoluto mérito de Víctor Gómez. Lo que queda un poco cojeando diría yo es indagar más a fondo en este supuesto uso político que hizo la Unidad Popular del cuadro del mítico “Zorro” Álamos, el mismo que acuñó la frase de la marraqueta que era más crujiente y del té que era más dulce cuando los albos ganaban. Una frase que casi con total seguridad es la síntesis del rol que le tocó cumplir a Colo Colo en esos instantes de tensión extrema.
Los mismos jugadores narran las invitaciones a La Moneda y la empatía que generó en muchos de ellos la figura de Allende. Pero no hay por ejemplo menciones ni entrevistas a ex personeros de la UP que validen una supuesta utilización política premeditada, como por ejemplo sí se puede demostrar para el Mundial de 1978 en Argentina, donde la dictadura de Videla y compañía creó específicamente una entidad para organizar el torneo y donde sólo a cuadras del Estadio Monumental de River Plate –en la ESMA- se violaban los derechos humanos salvajemente.
De todos modos, es innegable que durante el gobierno de Allende si bien aparentemente no había una estrategia planificada de aprovechamiento político dirigida al fútbol, sí le sirvió como bálsamo social, como un oasis en medio del desierto, como muro de contención en medio de la avalancha. Por eso algunos se atreven a sostener que Colo Colo 73 fue el equipo que retrasó el golpe militar. Una hipótesis que no aparece reforzada en el trabajo audiovisual, pues sólo se remite a rescatar testimonios, opiniones, de los jugadores involucrados, más la voz de connotados periodistas como Alberto “Gato” Gamboa. No he tenido el gusto de leer el libro de Luis Urrutia O’Nell y Juan Cristóbal Guarello donde se sustenta tal tesis. En un plazo cercano lo haré, pues al menos en el trabajo audiovisual no se especifica tan nítidamente.
Los pormenores sobre el posible arreglo de los partidos finales contra Independiente, los golazos de Caszely contra Unión Española y Emelec, el histórico triunfo en el legendario Maracaná ante Botafogo, la particular visión de juego del sabio “Zorro” Álamos y la excentricidad del paramédico Hernán “Chamullo” Ampuero, son parte de los hitos que contiene este sabroso documental. Pero más allá de eso, lo que verdaderamente importa es que, considerando ciertas limitaciones según mi humildísima opinión, hay periodistas en Chile que se atreven a extender la mirada mucho más allá de la cancha misma. Que poseen la lucidez suficiente para advertir que la mayoría de los encantos inherentes al fútbol están paradójicamente fuera de los límites del campo de juego.