jueves, 10 de abril de 2008

Víctor, ciudadano del mundo

En un repleto Galpón Víctor Jara, se lanzó la primera edición oficial en Chile del libro "Víctor, un canto inconcluso" de la bailarina y viuda del cantautor chileno, Joan Turner.

Joan Turner, aquella bailarina inglesa que cautivó con sus ojos azulados a nuestro Víctor Jara, aparenta ser una persona de gesto serio. Su rostro luce incólume, como si estos años de duelo desde la trágica partida de su amado trovador ya no hicieran mella en su corazón. Pero la verdad es que no. La figura de Víctor sigue presente más que nunca en su memoria, claro que cuando decidió lanzar su libro testimonial en 1983 tuvo que luchar arduamente contra sí misma, pues en ese momento su compañero aparecía por esas interminables noches encarnado en una pesadilla más que en un sueño.

Quizás cuántas preguntas ha debido soportar acerca de la muerte de su multifacético Víctor, esa muerte heroica que finalmente lo terminó transformando en un mito más que en un ser de carne y hueso. Quizás cuántas veces ha visto repetidas sus imágenes en blanco y negro cantándoles a los niños pobladores, al trabajador, al obrero, al campesino y también al amor, como lo hace un auténtico cantor popular. Quizás cuántas veces ha repasado la fatídica jornada en que pudo ver su cuerpo salvajemente acribillado a balazos por la barbarie dictatorial. Y sin embargo, ella sigue ahí, desde su Fundación, bregando para que la lección que nos dejó Víctor como músico, director de teatro y sobre todo como ser humano se siga propalando hasta el fin de nuestros tiempos.

Pero Víctor antes de ser un mito, antes de ser un icono al que todos recurren cuando se trata de evocar un pasado revolucionario extinto, antes de ser un simple estampado en una polera, era un hombre. Un rebelde no de la boca para afuera, sino que desde la cotidianeidad de su hogar, compartiendo con sus hijas, haciéndole trencitas en su cabello, dedicando canciones a su amada bailarina europea, despierto ante la oleada de injusticias que sufrían los más necesitados. Su única arma era la guitarra y, claro, algunos creyeron que por contar “las verdades verdaderas” esa guitarra era capaz de lanzar balas y simplemente intentaron borrarlo de la faz de la Tierra. Digo intentaron porque el objetivo no lo lograron: hoy Víctor es una persona que escapa de las fronteras nacionales para ser un ciudadano del mundo.

Pasaron 25 años desde que Joan Jara publicó sus memorias en el extranjero sobre la vida llevada con nuestro cantor popular. Un libro conmovedor, vibrante, sublime, que tuve la posibilidad de leer hace un tiempo gracias al Bibliometro, titulado “Víctor Jara: un canto truncado”. Sorprendentemente aún no había sido editado oficialmente en Chile, pero ayer por la tarde la espera se acabó. Con aportes del Fondo del Libro, la Fundación Víctor Jara y LOM Ediciones relanzaron su biografía más íntima y completa, una historia de lectura casi obligatoria para los que quieren adentrarse en la dimensión humana y artística del cantautor chileno, ahora con un nuevo título: “Víctor, un canto inconcluso”. Título con el que Joan quedó mucho más conforme.

Por el Galpón Víctor Jara aparecieron cientos de personas ligadas a la cultura, al periodismo y a organizaciones de derechos humanos; muchos de ellos, por cierto, admiradores de la vida y obra del malogrado cantautor, como el integrante de Inti Illimani, Jorge Coulon; el escritor José Miguel Varas; los actores Erto Pantoja y Daniel Alcaíno; el trovador Francisco Villa; la cantante Rebeca Godoy; la dirigenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, Viviana Díaz; el líder de Leguayork, Lulo Arias; representantes del Sindicato de Cantores Urbanos y la reconocida periodista Mónica González, encargada de presentar el libro.

Después de exhibir un recital de Víctor en la televisión peruana, donde se ven reflejadas sus sólidas convicciones, su claridad conceptual, su profundo compromiso social y la dulzura de su voz tan intrínsecamente campesina, el silencio dio paso a la emoción, cuando la periodista detalló aquellos pasajes del libro que relatan el encuentro de Joan en la morgue con el cuerpo sin vida de su ser amado.

Lulo de Leguayork, por su parte, llamaba a no cortar el eslabón, a seguir el ejemplo de vida que nos legara Víctor, a continuar rescatándolo del olvido, a no abandonar la lucha en un país donde, según él, “en vez de vivir se sobrevive”.

Y Joan, tan lúcida como siempre a pesar de todo, le puso punto final a una jornada maravillosa. No pudo sino con un hilo de voz entregar esas palabras finales, hablando sobre las increíbles muestras de solidaridad que recibió en el exterior gracias a la estatura moral que tuvo Víctor durante su corta pero prolífica existencia. Como por ejemplo en el norte de Japón cuando pudo ver para sorpresa suya un coro de 50 niños nipones cantando “Luchín” o cuando el mismo pueblo le dio la bienvenida con cientos de carteles pegados en árboles. Su recompensa, toda su gratitud está contenida en este libro, ideal para repasarlo en tiempos de desidia, decisivo para comprender cuán equivocados estaban quienes quisieron destrozar su guitarra y acallar su voz. Hoy su canto brilla, deslumbra y habita en todos los ciudadanos del mundo que tienen el don de la esperanza.

6 comentarios:

Coke dijo...

Tu kanción Viktor, me alegra... Kuando voy al trabajo, pienso en tu grandeza humilde... Kuando kanto por kantar, rekuerdo tu poesia y luego kanto por diversión... y tu kanto abre surcos... y tu kanto me hace soñar kon libertad... tu kanto es tan fragil komo un volantín y sin embargo resuena komo si tuviera una Kampana... Viktor... hermano ke nunka tuve, amigo ke siempre esperé, Poesía ke algún día escribiré... gracias por, komo dice mi kompañero Kristián, nunka morir...

Milay dijo...

Uff, es dificil hablar de Victor sin que una lágrima te queme en la garganta, por apretarla, por aniquilarla antes de que salga.
Me espanta la miseria de la memoria, la forma en que un pais ha enterrado su propia historia y asi, su destino.
me parecen muy buenos estos paseos por el pasado, contar la verdad de los hechos, que no pueden enterrarse ni mutilarse. Me parece que en la vida, homenajes como estos, son los que hacen falta para despejarnos la mente, para desintoxicarnos de ese animal salvaje llamado olvido...

Montshita Naranjo S. dijo...

Qué emoción me da cada vez que leo un relato tuyo, especialmente cuando se trata de estas temáticas que siguen quemando la memoria de aquellos que tuvimos la "ventaja" de no vivir directamente los horrores de la dictadura, pero que siempre estaremos marcados por ella, partiendo porque nacimos en esos duros años.

Víctor Jara me trae recuerdos de familia, sus canciones las conozco por voz de mis padres, que también lucharon por sus ideales pero que siguen cantando, como lamentablemente no pudo hacer Víctor, a quien personas que no merecen tal apelativo le arrebataron su voz y su vida.

Felicitaciones por el escrito, y un emocionado saludo desde el otro lado del mundo!!!

Jose Miguel dijo...

Es un ejercicio de esperanza triste el imaginar a la bailarina ver como su compañero partía a la UTE en su citroneta a pesar de lo que estaba sucediendo. Intentar conectarse con la angustia que sintió los diás anteriores a que apareciera su cuerpo sin vida y acercarse a la valentía y coraje con los que ha conseguido preservar el legado de una figura que en gran parte gracias a su esfuerzo no pudo ser desterrada de la memoria de nuestro pueblo, como se han olvidado tantos. La melancolía de una historia de amor de fantasía y una lucha que sigue, en la que no se claudica y en la que los sobrevivientes llevan el estigma mas doloroso.

Proyecto Fondart "Por la güeya del Matadero" dijo...

Oye, que wena, estuviste ahí... yo no pude ir, tenía clases.
Solo te puedo comentar que cuando leí el libro por primera vez, se me calleron las lágrimas cuando Joan relata como encontró el cuerpo de Víctor. Una historia de amor que traspasa la muerte... muy heavy. Después me regalaron una edición de lujo de ese libro, y cada vez que lo tomo, leo aquella página para no olvidar porqué estamos acá.

Un abrazo, hace tiempo que no te visitaba. El tiempo apremia, pero ya vendrán epocas mejores.
Cuídese

Anónimo dijo...

oye.. soy Karen.. me aparece este nombre porque tuve que armar un blog para otra cosa...
chau