viernes, 31 de diciembre de 2010

Palabras al cierre

El fin de año siempre trae a colación los balances de rigor. Comprensiblemente, muchos querrán borrar de un tirón nuestro 2010 sacudido por las tragedias y poder enfrentar renovados de espíritu el 2011 venidero. Yo, en cambio, en vez de cerrar un año, estoy a horas de concluir un ciclo: llamémosle, por mientras, un ciclo laboral. Estos son mis últimos momentos oficiales como animador cultural de Las Canteras de Colina, el pueblo que me acogió durante dos años y medio con los brazos abiertos.

En estas palabras al cierre por tanto no puedo despedirme sin antes manifestar mis sinceras muestras de agradecimiento a quienes me permitieron conocer un mundo nuevo, una experiencia reveladora, un tesoro aún por descubrir que realmente cautivó mis sentidos.

Y digo reveladora porque -confieso- antes de ingresar a trabajar en este mágico lugar enclavado entre los cerros, solo tenía vagas nociones sobre lo que era una cantera. Y hoy, sin presumirme de experto, puedo hablar con algo de propiedad sobre el proceso de extracción de las piedras que nutren el paisaje urbano de Santiago.

Puedo decir también que cautivó todos mis sentidos porque tras esa apariencia ruda que otorga la dureza de su oficio, se esconden personalidades sensibles, que tienden la mano amiga, siempre y cuando haya respeto por sus costumbres. Por lo mismo, más allá de la formación académica, hoy pienso que la gran clave para guiar cualquier proceso comunitario pasa por sacar el máximo potencial de nuestras habilidades personales.

Sin tener este factor en cuenta, resultaba muy difícil poder generar esa confianza despedazada por cuanta autoridad se haya cruzado en su camino. Y con muy justa razón. Gobiernos de turno, municipios y directivas locales corruptas -de la mano con las inmobiliarias- se han confabulado para perjudicar a los canteros, queriendo avasallar no con años sino con siglos de historia al servicio del país, pasando por la construcción de la Catedral Metropolitana hasta los miles de adoquines que descansan (aún) en algunas de nuestras calles.

¿Cómo se explica entonces que el señor Lavín aún no sea capaz de emitir una resolución sobre la Zona Típica que ya fue aprobada por el Consejo de Monumentos Nacionales, pese a que prometió en agosto pasado una respuesta definitiva?

En las horas de despedida, duele pensar en las cosas que aún están pendientes. Duele pensar que los derechos culturales en Chile sean mirados con total indiferencia. Duele pensar por qué seguimos permitiendo que la riqueza de nuestro pasado no sea entendida también como un factor de desarrollo. Duele pensar que todavía el Estado no asuma como un deber el hecho de garantizar la supervivencia de sus barrios con historia.

Y es que en Las Canteras al menos no hay nada más que comprobar: el trabajo sobre piedra sigue plasmando los rincones de la capital y familias completas de canteros continúan en los cerros, cara al sol, tallando su propia historia. E incluso con la ventaja de tener un verdadero museo vivo a solo 16 kilómetros y medio de Santiago, hay quienes viven empeñados en cortar el hilo que se expresa en el traspaso intergeneracional de esta tradición. La historia está para romperse, pensarán orgullosos estos incautos.

Hoy tengo la camiseta más puesta que nunca por Las Canteras. Por quienes -junto a mi ex compañera Bernardita- nos hicieron sentir hijos ilustres, sin haber tomado un cincel, un combo y un bloque de piedra para trabajarlo. Por todos los que nos obsequiaron una sonrisa por una invitación a una obra de teatro, concierto o visita patrimonial. Por sus dirigentes que incontables veces nos abrieron sus aposentos para compartir una conversación al calor de un plato de comida. Por sus mujeres -y especialmente por ti, Gladys- que nos supieron inculcar los valores del sacrificio y la sabiduría cotidiana.

Apelando a la memoria selectiva, los mínimos sinsabores de la experiencia prefiero dejarlos atrás. Mejor me quedo con la sensación de que, en términos aritméticos, en este camino de dos años y medio no hice más que sumar, sumar y sumar nuevos aprendizajes.

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